Drones
Los drones se han convertido en protagonistas indiscutibles de los conflictos armados del siglo XXI. Desde la invasión rusa a Ucrania hasta los recientes enfrentamientos en Medio Oriente, su uso ha cambiado la lógica del combate, reduciendo la exposición directa de tropas y multiplicando las capacidades de ataque y vigilancia en tiempo real.
Con costos significativamente menores a los de aeronaves tripuladas y una creciente autonomía operativa, los drones permiten ataques precisos, operaciones encubiertas, y una constante supervisión de zonas enemigas. En la guerra entre Rusia y Ucrania, ambos bandos han utilizado drones comerciales adaptados con explosivos, así como modelos militares sofisticados para atacar bases, convoyes y hasta infraestructuras estratégicas como plantas eléctricas.
“Los drones han democratizado el acceso al poder aéreo. Hoy, incluso grupos no estatales pueden golpear objetivos militares con una precisión que antes era exclusiva de grandes potencias”, explicó el analista de defensa Javier Torres.
En Gaza, Yemen y Siria, el uso de drones por parte de milicias como Hezbollah y los hutíes ha demostrado su eficacia para esquivar defensas antiaéreas e infiltrarse en zonas urbanas. Por su parte, Estados Unidos, Israel y Turquía lideran el desarrollo de tecnologías autónomas y enjambres de drones capaces de coordinar ataques sin intervención humana directa.
Organismos de derechos humanos han alertado sobre los riesgos éticos y legales del uso de drones en zonas densamente pobladas, así como la falta de marcos jurídicos internacionales para su regulación. También crece el debate sobre el uso de IA integrada en drones militares, que podría permitir decisiones de ataque sin intervención humana directa.
Cifras clave:
El mercado global de drones militares superó los 25 mil millones de dólares en 2024.
Se estima que más del 40 % de los ataques aéreos en Ucrania en los últimos 12 meses fueron ejecutados por drones.
Turquía, con su modelo Bayraktar TB2, ha exportado drones a más de 30 países, transformando su peso geoestratégico.
El impacto de esta tecnología no se limita al campo de batalla: también redefine la diplomacia, el espionaje y la seguridad internacional. El mundo enfrenta una nueva era de conflictos donde el zumbido de un dron puede decidir el curso de una guerra.